domingo, 29 de marzo de 2009

Cap. 4: Del peso de las circunstancias. El amor en su época de la reproductibilidad técnica (Juan Facundo Veiga, cortometraje, 2007)

En este último ejercicio, que se supone una despedida de la crítica impresionista, nos encontramos con la dificultad añadida de tener que describir, interpretar y valorar la obra de uno de nuestros compañeros de clase, con todo lo que este hecho conlleva. Al igual que no daremos la misma respuesta a la pregunta de cuál es nuestra película favorita en función del entorno en el que nos ubiquemos, no podremos realizar nuestra labor crítica del mismo modo antes y después de conocer que el autor del film es alguien con quien nos encontraremos a diario y al que le puede llegar a afectar de manera personal lo que escribamos.
El cortometraje El amor en su época de la reproductibilidad técnica, realizado en Alemania, se estrenó en el año 2007 en el festival internacional Formula Mundi. Así mismo, debemos destacar dentro de su trayectoria la participación en la cuarta edición del Festival Fotogramas en Corto.
El epicentro aparente de este relato es la conversación que dos jóvenes, Laura y Alex, mantienen en un bar. Alex consuela sistemáticamente a Laura, sumida en la más absoluta tristeza. A pesar del interés y delicadeza con que Alex se ocupa de Laura, desconocemos el vínculo que une a ambos personajes. Así, hasta el desenlace permaneceremos extrañados y un tanto confusos.
El hecho de que la trama del cortometraje se configure en torno a una gran sorpresa final, obliga al espectador a realizar una relectura del relato completo. De este modo, en un segundo visionado podremos encontrar que el corto está sembrado de sutiles indicios que apuntan, y anticipan, su resolución. Estas pistas nos las dan tanto el guión (con la llegada de Laura acercándose al camarero, las manos frías de Alex…) como la interpretación; incluso podríamos llegar a referirnos a características del espacio donde transcurre la historia, como su especial pulcritud.
La interpretación está marcada por el contraste entre la conmoción y el estado de shock emocional de Laura y la mesura de Alex en su consuelo, a pesar de la intensidad de su discurso, en gran parte transposición de la columna de Rosa Montero “El amor” (El País, 2 de diciembre de 2003). Por último, subrayaremos el sugerente automatismo de ciertos gestos de Alex, así como su prácticamente nula interacción con terceras personas.
Podríamos referirnos a El amor en su época de la reproductibilidad técnica como un cortometraje fundamentalmente sonoro. Existe una subordinación de la imagen a los diálogos que se justifica por el hecho de que el eje central de su guión es la conversación que mantienen los protagonistas, y que repercute directamente en el ritmo de la narración. Del mismo modo, el talante de su parlamento explica la abundancia de primeros planos, con el fin de acercarnos a la interioridad de los personajes.
La temática de esta pieza nos remite en último término a la ciencia ficción, a pesar de que estética y temporalmente no responda a este perfil, por estar anclada su historia en el presente y en un entorno cotidiano. Sin embargo, este es uno de los mecanismos predilectos para la irrupción de lo siniestro en los relatos fantásticos, como nos demuestra la dinámica de gran parte de los relatos del propio Kafka. En mitad de una absoluta normalidad surge la amenaza de lo extraño, que multiplica exponencialmente sus efectos a través de este proceder. De acuerdo con la lógica expuesta, toma un sentido completo el aspecto perfectamente humano de Alex.
En resumen, nos encontramos con una estratégica disposición de todos los elementos que componen el relato orientados hacia el fin de situar al espectador ante un desenlace inesperado, que aspira a ser una total revelación.

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